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El tiempo de aparentar se ha terminado: aquí hemos venido a evolucionar

Están las personas que por hobbie nunca eliminan sus alertas de búsqueda de vivienda, las que se mueven más por webs de viajes que por el timeline de sus redes sociales y…luego estamos quienes estudiamos cada oferta de trabajo con la única motivación de saber qué “se cuece” en los diferentes puestos. ¿Defecto de profesión? Puede. Cada persona tiene […]

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Isabel García

HR Consultant


23 de agosto, 2022

Están las personas que por hobbie nunca eliminan sus alertas de búsqueda de vivienda, las que se mueven más por webs de viajes que por el timeline de sus redes sociales y…luego estamos quienes estudiamos cada oferta de trabajo con la única motivación de saber qué “se cuece” en los diferentes puestos. ¿Defecto de profesión? Puede. Cada persona tiene sus aficiones y no perder de vista cómo está el mercado laboral es mi guilty pleasure favorito.

Que lo mío es vocación queda claro cada vez que hago acto de presencia con cualquiera de mis publicaciones, aunque diría que más allá de mi carrera y profesión, mi verdadera vocación es ayudar al desarrollo de las organizaciones potenciando el talento de las personas. Y si algo he aprendido con la experiencia es que, del mismo modo que las empresas buscan profesionales con perfiles específicos que cumplan ciertos requisitos, las personas ‘viajan’ con su propia lista de condiciones a las que no renunciarán tan fácilmente.

Profesionales de reclutamiento y empresas, si no estáis ofreciendo ya las mejores condiciones a vuestros equipos, llegáis tarde. El tiempo de basar nuestra estrategia de atracción de talento -solamente- en la remuneración u otro tipo de beneficios más “cuantitativos”, ha pasado. Vivimos un momento histórico en el que evaluar y perseguir compañías con determinadas soft skills es un ejercicio común entre las personas que buscan empleo. Sí, lo habéis entendido bien, las empresas también estamos bajo la lupa de los candidatos.  

Profundicemos un poco más en la base de cualquier estrategia de atracción y retención basada en las soft skills empresariales, empezando por el básico: en la actualidad perseguimos cultura y valores por encima de otras cualidades, buscamos compañías que nos brinden oportunidades de desarrollo en un ambiente libre y en el que no necesitemos aparentar ser profesionales con quienes no nos identificamos. 

Queremos encontrar la empatía en empresas y personas que forman parte de ellas. Hasta el rango más alto ha tenido que vivir sus épocas junior, no perder de vista cómo ha llegado hasta ahí hará de cualquier líder un buen referente con quien crecer. Del mismo modo en que como empresa no podemos perseguir el compromiso de los equipos sin brindar el nuestro antes, sencillamente porque las personas queremos saber que se confía en nosotras de la misma manera en que confiamos en el proyecto. 

¡A conquistar la transparencia en todos los niveles! Se tenía que decir y lo he dicho. Voy a recurrir al ejemplo que vivo más de cerca: mi experiencia siendo uno de los primeros contactos con las candidaturas de Sesame. Recibir mensajes de personas externas agradeciendo nuestro modo de hacer las cosas, el cuidado en cada detalle y la atención personalizada que reciben desde el primer segundo; o recibir candidaturas espontáneas y sin un fin concreto más allá de trabajar en Sesame. Son un tipo de feedback muy preciado y que nos ayuda a saber que vamos por el buen camino. 

Es de esperar que del mismo modo que se demandan ciertas habilidades transversales en las personas para que, además de ser grandes profesionales, se conviertan en grandes activos dentro de nuestros equipos; como compañías también debamos ofrecer y desarrollar nuestras habilidades más “humanas”, aquellas que aportan calidad de vida y cambian el concepto de trabajo tal y como lo conocemos. 

Veamos si atino con la referencia: ¿en cuántas series de los 90 o principios del 2000 los cambios de trabajo eran motivados por mejores condiciones para sus vidas personales? Conformarse con las condiciones básicas, con ambientes tóxicos y exigentes o vivir entre “tiburones” era la norma, mientras que plantarse o hacer algo al respecto era síntoma de debilidad.

Pero tranqui, traigo buenas noticias. Y es que, gracias al esfuerzo y aprendizaje de muchas personas y empresas que buscan hacer las cosas de un modo diferente, hemos superado esa etapa y afirmaría incluso que estamos dejando atrás su secuela. La conciliación con nuestra vida personal, la flexibilidad horaria y la posibilidad de trabajar en remoto se han convertido en los básicos. No llegar a ellos hace que muchas personas ni se planteen solicitar un puesto. 

Tenemos la suerte de ser  parte de las generaciones más informadas de la historia gracias al ejercicio que muchos perfiles realizan en redes sociales y otras plataformas, compartiendo cada día conocimientos y experiencias. Es decir, somos más conscientes que nunca de nuestro valor para las empresas y de que podemos luchar -y ganar- para mejorar las condiciones que éstas ofrecen. 

Como empresas, ver las red flags que nos precedieron y avanzar en la dirección opuesta, creando una cultura que alinee la perspectiva del equipo y la dirección de la compañía, solo nos brindará la mejor de las experiencias laborales a todas las partes involucradas. Y es que, ¿a quién no le apetece presumir de ambiente de trabajo en cualquier reunión social? Pues eso, sigamos evolucionando a favor de nuestros equipos y éstos harán de cualquier compañía la envidia del sector. 


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